miércoles, 16 de diciembre de 2009

Dar y tomar

Vuelve a estar en el tren, pero esta vez le tocó viajar dándole la espalda al sol.

La fuerza del sol empuja a girarte, te reta, a pesar de que ya sabe que es el más fuerte y nadie consigue mirarle directamente a los ojos en sus momentos álgidos.
El sol se asemeja al fuego en su fuerza, en su furia y en su vitalidad. No podríamos vivir muy, muy, cerca de ellos pero tampoco sin ellos. Es como un medio camino entre la vida y el miedo.

En estos momentos, su etapa en la vida se asemeja a su proximidad al sol y su relación con éste.
Ella es tan blanca y su piel es tan delicada, que ya cuando empezó a crecer la gente la comparaba con aquella muñeca de porcelana que con sólo mirarla fijamente, parecía que iba a quebrarse levemente.
No soporta estar con el sol de mediodía de cara, siente sus latigazos de manera intensa sobre todo su ser, y esta sensación, a veces, le dura días, incluso semanas. Pero al mismo tiempo, siente que sin su presencia sería un ente totalmente diferente, sin chispa, apagada como el perro que sufre la ausencia de su dueño.
“Ni contigo, ni sin ti. Vida y miedo. Culpa”.
Sí, también culpa. ¿Alguien, alguna vez, no se sintió culpable cuando después de experimentar varias semanas sin sol, amanece con un sol radiante iluminándole la cara y no sale al aire libre a disfrutarlo, a estrujar su vida?
Aún sabiendo que días pasados anhelaste su presencia, al llegar el día en que su existencia embriaga, en que los rayos de vida te DAN todo lo que son capaces de DAR, decides taparte con tus sábanas oscuras.
Eres incapaz de poder TOMAR todo aquello que te brinda. Sientes que lo que te da es valioso, preciado, generoso, bueno…Pero, en tanta medida, que sientes la incapacidad en tu interior de poder abrir tus brazos.
“Es demasiado para mí”. Hoy no puedo. ¿Tal vez mañana? ¿Tal vez nunca?”

Nuestra gran amiga Estela, dice que todo radica en el equilibrio: dar y tomar, tomar y dar. “¿Pero qué le puedo dar yo al sol que pueda equilibrar la balanza?
En este momento, siente que nada que pese lo suficiente. “Hoy no puedo me siento tranquila en mi cama. Tal vez mañana. Tal vez contigo nunca”
Le gustan los desequilibrios de la noche. ¿O no? A lo mejor, sólo es que aquí se siente más cómoda. Puede dar lo que se le antoje. ¿O no?

“Me gusta el sol, también la luna. Es difícil su simultaneidad en esta tarde de Lunes”.

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